miércoles, 15 de mayo de 2013

15M.



Parece que fue hace mucho, pero fue solo hace dos años, aquel día tenía que subir a Madrid para resolver un pequeño asunto personal en el aeropuerto. Así que me puse en camino, un paseo desde mi casa por la calle capitán y luego hasta el palacio, desde allí en tren hasta Nuevos Ministerios y el resto del viaje en metro hasta la T4. 

No conseguí resolver aquel asunto, pero no me iba a suponer tampoco demasiados problemas. Ahora era el momento de volver para Aranjuez, pero sabía que era día de manifestación. Otra vez los chicos del anti-Bolonia habían convocado una protesta para criticar los planes de la UE y al parecer se habían unido algunas plataformas más, aunque no tenía ni idea de cuáles. 

¿Por qué no parar en Sol un segundo y ver cómo están los ánimos? Después de todo son las seis de la tarde y la cabecera debe de estar llegando.

Al subir las escaleras mecánicas de la cúpula de cristal de la boca del metro, todo parecía normal, solo el sonido y los golpes de viento normales provocados por las entradas y salidas de aire tan abruptas entre la calle y las entrañas de la ciudad de Madrid. Pero al poner un pie en la calle, algo cambió, la plaza estaba llena de caras que dibujaban prisas serenas, una mezcla de encantos muy habitual cuando la multitud busca su sitio en medio de un día de lluvia, pero hoy no era el caso. Entonces lo oí

Desde la calle Alcalá nacía el mayor rugido de una masa humana que jamás había escuchado, tambores, gritos, consignas, todos los sonidos se unían en un bramar conjunto. Cuando aún faltaba por llegar gran parte de esa marea de alientos se descolgó una gran pancarta debajo del anuncio del Tio Pepe. Allí se podía leer:

“No es una crisis, es una estafa, caminemos juntos hacia el amarillo”. 

Cuando aún estaba intentando descifrar aquel mensaje, sobre todo la última parte, aparecieron varias personas sobre un remolque que hacía las veces de estrado. Miembros de la PAH (Plataforma de afectados por las hipotecas), plataformas de apoyo a desempleados (es importante recordar que aún no se habían alcanzado los cinco millones de parados y ya vamos por seis), y también representantes de colectivos estudiantiles. 


Cuando ya no quedaba nadie sobre la tribuna, cuando la mayoría de las personas habían llegado a la plaza, cuando todas las caras se miraban buscando la verdadera razón de aquel encuentro, cuando comenzó a respirarse un aire distinto en la plaza, cuando nadie imaginaba lo que sucedería en las próximas jornadas, la voz de una chica joven salió desde el escalón del pedestal de la estatua de Carlos III, iluminada por el sol. 

“No pertenecemos a ninguna organización, no pertenecemos a ningún partido, somos per-so-nas”  

Eso fue todo, un grupo de personas con la modesta intención de cambiar el mundo, reunidas en una soleada tarde en el centro de Madrid.

No hay comentarios: